No
había alcanzado los treinta años de edad cuando en 1998 puso tras las rejas a
un militar hueso duro de roer: Augusto Pinochet. Su logro judicial hizo que los
defensores de los derechos humanos en Latinoamérica le endosaran la mejor de
sus simpatías. Algo que pervive hasta ahora.
Almudena
Bernabeu es abogada. Es española. Desde el año 2002 empezó a laborar en el
Center for Justice and Accountability (Centro de Justicia y Responsabilidad).
Su vida transcurre entre Estados Unidos, España e Inglaterra. También tiene
fuertes vínculos con Latinoamérica. En
2016 dio con uno de los responsables de haber asesinado al cantautor chileno,
Víctor Jara. Le quitó el agua a un pez gordo: el teniente Pedro Barrientos. El
exmilitar está radicado en Miami, Florida. Podría ser extraditado a Chile, pero
la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca pone el caso cuesta arriba. Pero no
solo se enfrenta a eso.
El
día 16 de noviembre de 1989 fueron asesinados por el Ejército de El Salvador
seis sacerdotes jesuitas y dos de sus colaboradoras en las instalaciones de la
Universidad Centroamericana (UCA). En ese momento el país tenía como presidente
a Alfredo Cristiani. Para Almudena Bernabeu el mandatario del partido Alianza
Republicana Nacionalista (ARENA) sabía que el Alto Mando de las Fuerzas Armadas
de El Salvador (FAES) atentaría contra la vida de los intelectuales religiosos.
A ella no le cabe la menor duda de que el jefe de Estado no ignoraba los
movimientos de la cúpula militar. Esto significa que el expresidente Cristiani
no es inocente. La abogada lo explica mejor:
“El
conocimiento es uno de los elementos esenciales para poder adjudicar
responsabilidad penal a altos mandos y superiores. Y por supuesto a jefes de
Estado”.
De
la mirada de la abogada española no queda fuera el actual gobierno de El
Salvador. Almudena Bernabeu no se ciega y sabe que el Frente Farabundo Martí
para la Liberación Nacional (FMLN) también tiene manchada las manos de sangre:
“Han
adquirido poder político, porque fueron parte de la negociación de la paz y
porque tienen sangre en las manos. Y un miedo —en mi opinión— irracional a las
consecuencias”.
¿Qué opinión tiene
ahora que la Sala de la Constitucional ha declarado ilegal la Ley de Amnistía
de 1993?
Era
un paso crucial y necesario para romper el ciclo de impunidad en El Salvador
que tanto ha afectado en la capacidad de ese país —de verdad— de reconstruirse
y de funcionar tras la guerra.
¿Qué significa la
inconstitucionalidad de la Ley de Amnistía en el caso Jesuita, es decir:
extradición?
Digamos
que la eliminación de la ley tiene varios efectos. En El Salvador —tristemente—
solo se ha materializado uno: el dejar en efecto su aplicación respecto del
coronel Guillermo Benavides a quien se le aplicó y conmutó la sentencia que se
le aplicó en 1991. Esto es realmente triste, porque aunque técnicamente
correcto, no ha ido más allá. Es decir: no ha analizado en hecho de que
Guillermo Benavides —aunque responsable— fue la cabeza de turco y quien pagó
por la responsabilidad del Alto Mando del Ejército en su totalidad. Fue el Alto
Mando el que decidió y orquestó el asesinato de los jesuitas. No Guillermo
Benavides. Su responsabilidad fue recibir la orden y asegurar la ejecución del
crimen… Pero esa responsabilidad es la de todos [los miembros del Alto Mando].
No la de uno solo. La [ilegalidad de la] Ley de Amnistía debería surtir un
efecto muy importante. Sin embargo, los jueces en El Salvador han decidido
ignorar la solicitud de arresto internacional y posterior extradición de los
imputados en el caso [judicial] de España, pues el alegato es que es cosa
juzgada. Y esto es jurídicamente incorrecto y no es un documento legal
aplicable [debido a] la Ley de Amnistía. Según esta lógica, al no haber Ley de
Amnistía, ya no hay obstáculo para no extraditarles. O en su caso: para no
juzgarles en El Salvador. Seguimos esperando [justicia].
Si no ocurre la
extradición, ¿qué le queda por hacer a El Salvador en el caso Jesuita?
Juzgarles.
La exguerrilla del
FMLN en su época de partido de oposición vociferaba que se derogara la Ley de
Amnistía. Ahora en el poder ha pedido que no hay que abrir las heridas y se
pliega a los discursos de la derecha. ¿Por qué cree que ocurren estos cambios
de discurso?
Porque
han adquirido poder político, porque fueron parte de la negociación de la paz y
porque tienen sangre en las manos. Y un miedo —en mi opinión— irracional a las
consecuencias. Creo que deslegitiman la revolución que intentaron ganar y se
están poniendo —por poder— a la altura de las estructuras tradicionales de
poder político y económico que ellos tanto pelearon.
Recuerdo que al
inicio de la gestión presidencial de Sánchez Cerén hubo buenas intenciones para
no entorpecer la extradición de los militares involucrados en el asesinato de
los jesuitas, sin embargo, el vicepresidente Óscar Ortiz pidió que los
militares involucrados no fueran extraditados. ¿Cómo evalúa esto?
Muy
negativamente y con terribles consecuencias para El Salvador y su gente.
El diputado Rodolfo
Parker ha hablado sobre hacer una nueva Ley de Amnistía. ¿Qué piensa de eso?
¿Es posible?
Creo
que es legalmente posible, pero es un error y no creo que la comunidad
internacional lo permita.
El Salvador tuvo una
preguerra. ¿Qué sucede con los casos desde 1970 y que no figuran en la Comisión
de la Verdad? Por ejemplo: Los asesinatos de Roque Dalton y el empresario
Roberto Poma.
Sería
muy importante investigarlos. Sé que las familias lo están intentando...
¿Cómo debe de actuar
la Fiscalía con aquellos casos que ya están avanzados o concluidos en sus
investigaciones?
Pues
debería agilizar la investigación, reducir resultados, abrir nuevas
investigaciones y ser no solo ministerio fiscal, sino ser garante de los
derechos de las víctimas.
¿Por qué la población
salvadoreña ve la resolución de la Sala de lo Constitucional como una afrenta
que viene a subvertir el orden y a empeorar el panorama que vive el país?
No estoy segura de que la gente de El Salvador
lo vea así. El tema lo han manipulado las fuerzas políticas y los medios de
comunicación, pero yo no creo que ese sea el sentir de la gente de a pie.
¿Qué tanto puede
aportar la extradición del coronel Inocente Montano al caso jesuita?
Permitiría
abrir el juicio en la Audiencia Nacional, presentar todas las pruebas y hacer
algo de justicia.
¿Cuál es el aporte
—si existe— de la novela Noviembre de Jorge Galán? ¿Realmente aporta algo?
Quizás
el aporte es más simbólico que probatorio. Pero si es relevante. Tantos años
después [esperando] tener las palabras de Alfredo Cristiani en audio
describiendo él a los militares del Alto Mando como los responsables del
crimen, pues creo que eso es un aporte importante.
¿Dónde queda la
figura del expresidente Alfredo Cristiani? ¿Cómo ve usted que haya enviado a
España a un excomandante guerrillero para abogar por él?
Creo
que de alguna manera corrobora su responsabilidad. Si fuera inocente, ¿por qué
molestarse tanto?
Desde su experiencia:
¿El expresidente Cristiani sabía sí o no del asesinato de los jesuitas? ¿Qué
tipo de prueba o indicio tiene al respecto?
Sí.
Estuvo en comunicación telefónica con el Alto Mando del Ejército todo el
tiempo. Se discutió —como ha confirmado Benavides, Camilo Hernández (miembros
de la DNI)— que todas las decisiones
eran comentadas con el presidente. Y aunque no se le pedía permiso —dado el
poder que tenían los generales— sí supo en todo momento lo que iban a hacer. No
tengo duda. Creo que la prueba indicara —y el sentido común también es
importante— que para eso existen las teorías de responsabilidad penal
indirectas. Él era el presidente. ¿Crees que alguien puede inferir de ello que
[el expresidente Cristiani] desconocía por completo una operación militar de la
envergadura que llevaron a cabo?
Saber no es igual a
dar una orden ¿Cómo podría solventarse esto en el ámbito judicial en el caso
del expresidente Cristiani?
El
conocimiento es uno de los elementos esenciales para poder adjudicar
responsabilidad penal a altos mandos y superiores. Y por supuesto a jefes de
Estado.
Me da la impresión de
que quienes han entorpecido más la investigación ha sido el gobierno del FMLN
más que el partido ARENA. ¿Me equivoco?
Creo
que los viejos areneros han sido mucho más duros y la han obstaculizado mucho
más.
¿Qué análisis hace de
la firma de la paz en Colombia entra las FARC y el gobierno?
Es
un esfuerzo importantísimo y un paso
histórico de las FARC. Un proceso terriblemente complicado que lamentablemente
se ha visto debilitado tras el plebiscito y la reforma del acuerdo. La paz, sin
embargo es inevitable. Ahora hay que construirla y esa es la parte más dura. Yo
tengo muchas esperanzas.
El analista Heinz
Dieterich me decía en una entrevista que las amnistías son inevitables en
contextos bélicos. ¿Los protagonistas de una guerra pueden pasar a un escenario
político sin darles la espalda a las víctimas?
Solo
estoy de acuerdo con esta afirmación si solo son andamios temporalmente
inevitables. Es decir: la amnistía permite concluir el conflicto, cesar la
violencia, pero si no hay responsabilidad, castigos y reconocimiento de las
víctimas, pues no hay futuro para esa paz inicial.
¿Qué rumbo lleva en
este momento el caso Víctor Jara?
En
estos momentos se sigue adelante el proceso para la extradición de Barrientos,
ojalá que sea extraditado a Chile, pero con la administración de Trump, lo
dudo.
¿Qué tan importante
son los gobiernos para resolver crímenes de guerra o de lesa humanidad?
Los
gobiernos no son muy importantes ni son de gran ayuda, porque en muchas
ocasiones son ellos los responsables de tales crímenes. Pero la separación de
poderes en un contexto de democracia y las fuerzas jurisdiccionales y su
capacidad de sostener esa independencia —de la que por cierto carecen muchos
jueces en El Salvador— es vital.
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