Se bajó del avión que piloteaba y se dijo a sí mismo: “La guerra
es una mierda. Es inmoral”. Vietnam estaba bajo la lluvia del Agente Naranja.
La gente y la vegetación ardían bajo aquel compuesto químico.
Chalie Clements le dio
un giro a su vida y se hizo médico. Se graduó en 1980. Eligió un país para
brindar su ayuda: El Salvador. Se fue a Guazapa. La zona estaba controlada por
la guerrilla. Anotaba todo lo que el ejército salvadoreño —entrenado y financiado
por el gobierno de Estados Unidos— hacía a la población. Eran los primeros años
de 1980.
El médico norteamericano
estuvo un año con la insurgencia atendiendo a los civiles. Luego se marchó
hacia su país para hacer una larga cruzada a favor de El Salvador. Allá
denunció cómo su gobierno permitía la impunidad en la que se movían los
Escuadrones de la Muerte en el país. Eso le valió amenazas de muerte que nunca
se tomó en serio.
En Estados Unidos creó
el Fondo de Asistencia Médica para El Salvador. Iba al Congreso a dar su
testimonio de cómo los millones de dólares de Estados Unidos permitían al
ejército de El Salvador perseguir, torturar, desaparecer y matar a civiles,
religiosos y defensores de derechos humanos.
En 2015 dio su última
clase de derechos humanos en la escuela Kennedy de la Universidad de Harvard.
Sigue involucrado en diversos asuntos relacionados con esta materia, pero
muchos responden ahora a un nivel local en su pequeña ciudad en Colorado.
Actualmente trabaja en el cuidado y salud de 60 adultos con capacidades
especiales.
En algún momento le
gustaría escribir el epílogo de su documental “Testigos de la Guerra” [ganador
de un premio Óscar] y poder rastrear las vidas de la gente de su libro:
“Guazapa. Testimonio de guerra de un médico norteamericano”.
En esta entrevista el
Dr. Clements habla de la guerra, de cómo fue testigo de la firma de la paz, de
la llegada al poder del FMLN, de Cuba y Donald Trump, del proceso de paz en
Colombia. Eso sí: no se moja. Aún tiene una mirada romántica sobre el FMLN,
pero afirma algo del expresidente Mauricio Funes: “él desilusionó todas las
esperanzas que tenía el FMLN”.
¿Aún recuerda cuando sobrevolaba los cielos de Vietnam?
Sí.
¿Los vuelos que tripuló dejaron víctimas mortales? ¿Se
arrepiente de eso?
Había un tipo de misión
mucho más relevante como trasladar personas que estaban seriamente heridas,
incluyendo civiles. Los tipos de vuelo que yo hacía no eran urgentes, es decir:
los pacientes que trasladaba no necesitaban atención médica inmediata.
¿Qué le hizo dejar de ser piloto para ser médico?
Me rehusé a volar en más
misiones el día antes de la invasión a Camboya, porque comencé a creer que la
guerra era inmoral y a pesar de que no tenía un rol como combatiente
—entiéndase que no viajaba con armas— yo llegué a pensar que mi trabajo
contribuía a mantener la guerra.
Decidí años después
convertirme en médico, porque me educaron con un sentido de servicio y como el
servicio militar no era opción, me di cuenta de que existían muchas
oportunidades de servir como médico.
¿Y por qué eligió a El Salvador para brindarle ayuda?
Porqué sentí que mi
gobierno, el gobierno de los Estados Unidos estaba promoviendo una dictadura
violenta ahí y que en algún momento se llegaría a una situación al estilo de
Vietnam. Cuando tenía 24 años pensaba: “Si no los detenemos en Vietnam, los
tenemos que detener en el Puente Golden Gate”. Y cuando tenía 36 años mi
pensamiento era: “Si no los detenemos en El Salvador, los tendremos que detener
en Río Grande”. Aprendí por las malas que la guerra de Vietnam no fue un asunto
de seguridad nacional de los Estados Unidos y que era inmoral. No quería que
eso mismo sucediera de nuevo.
Leí en su libro que no le fue bien con los guerrilleros. Algunos
lo discriminaban. ¿Fue difícil para usted hacerse amigo de los insurgentes?
Era un gringo. No
hablaba bien el español. Yo venía del país que proveía los aviones y las bombas
que eran lanzadas prácticamente a diario en el país. Estaba escribiendo en mi
diario todo el tiempo y eso estoy seguro que les generaba sospechas: “¿Acerca
de quién escribe? ¿Qué está escribiendo?” Cualquier persona en una situación de
stress es susceptible a los rumores. Entendí todo lo anterior y pensé que si
tenía paciencia, todo funcionaría…Y así fue. Cuando la gente observa que
compartes las mismas dificultades que ellos, entonces esto contribuye a crear
lazos de confianza.
¿Qué recuerdo siempre tiene presente de la guerra de El
Salvador?
Sin lugar a dudas mis
memorias más queridas son la gentileza y la generosidad de la gente en Guazapa.
Estábamos hambrientos todo el tiempo, pero siempre se las arreglaban para darme
un huevo extra o un mango, porque tenía que caminar muchos kilómetros entre
pueblitos. La gente era increíblemente valiente al enfrentar las amenazas
recurrentes sobre una posible incursión militar en el lugar y los ataques
aéreos.
Hay un documental que se
llama “In the name of the people”. Usted aparece en él. También aparece un niño
mensajero llamado Nico. Sus padres fueron asesinados por los escuadrones de la
muerte. ¿Sabe qué pasó con Nico y dónde está?
He tratado de averiguar
qué le pasó a Nico, pero nunca he tenido éxito. La gente en Guazapa cambió sus
“alías” años después, entonces es muy posible que él lo haya hecho también.
¿Qué concepto tuvo de usted el gobierno de Estados Unidos
durante la guerra mientras usted los denunciaba como asesores del ejército que
asesinaba civiles y religiosos?
Pienso que no era muy
popular en mi propio gobierno y recibí además muchas amenazas de muerte. No
creo que hayan sido serias. Yo llevé cierto número de delegaciones del Congreso
a la región para que nuestros tomadores de decisiones pudieran ver con sus
propios ojos como se gastaba el dinero de nuestros impuestos. El gobierno bajo
el presidente Reagan le mentía constantemente a la población sobre la conducta
de los militares en El Salvador. Tantas veces como fue posible yo traté de
aclarar esas distorsiones.
¿Qué significó para usted la invitación que le hicieron para que
fuera testigo de la firma de la paz entre los guerrilleros y el gobierno de
turno?
Fue un momento muy
especial en mi vida, porque yo había jugado un pequeño rol en llevar a cabo las
negociaciones. Pienso que Estados Unidos prolongó la guerra de forma
innecesaria. Pedía que el FMLN dejara las armas aún antes de comenzar las
negociaciones. Estados Unidos parecía ignorar el hecho de que los escuadrones
de la muerte habían operado con impunidad y esperar que la guerrilla quedara
desarmada era un suicidio. Cuando vi los lapiceros de los comandantes y de los
generales firmar esos papeles, no pude controlar mis emociones, porque entendí
que finalmente la guerra había terminado y que eso significaría un nuevo
comienzo para El Salvador.
¿Qué sintió cuando vio llegar al FMLN al poder? Sé que el
expresidente Funes lo invitó a la toma de posesión.
Yo viaja en tren desde
Washington D.C. hasta Boston bastante tarde, cuando me informaron vía correo
electrónico que el FMLN había ganado la elección presidencial. Fue un momento
de sincera alegría y llegar a la toma de posesión fue muy especial, no
solamente porque pude ver muchos colegas que no veía desde los tiempos de
guerra, sino también porque la gente en El Salvador finalmente eligió un
partido para gobernar que realmente representaba los intereses de los pobres.
¿Y qué ha escuchado sobre el desempeño del gobierno del FMLN?
¿Tiene aún un buen concepto de él?
Pienso que los
resultados del gobierno del FMLN han sido mixtos, pero la realidad es que han
tenido que enfrentar obstáculos tremendos de la corrupción de ARENA, niveles
elevados de deuda y los problemas con las maras. Pienso que la elección de
Salvador Sánchez Cerén fue la reafirmación para la agenda del partido FMLN y
soy optimista que ellos puedan responder a todos los desafíos de la impunidad y
de la Comisión de la Verdad. Las familias de las personas muertas o
desaparecidas no merecen nada menos e incluso, aunque haya pasado todo este
tiempo, merecen un castigo para los perpetradores. Por lo menos se debería de
aclarar el récord histórico.
¿Y qué podría decir del expresidente Funes (autoexiliado y
protegido por el presidente de Nicaragua, Daniel Ortega) señalado por actos de
corrupción, quien se negó a la derogación de la Ley de Amnistía y que resguardó
a los militares que asesinaron a los padres jesuitas de la UCA?
Pienso que el fin de la
administración del presidente Funes fue mejor que lo que dejaron los gobiernos
de ARENA, pero él desilusionó todas las esperanzas que tenía el FMLN.
¿Cuál es su reacción ante la muerte de Fidel Castro? ¿Afectará
esto al resto de la izquierda latinoamericana?
Pienso que Fidel Castro
ha dejado una herencia muy importante en Latinoamérica. Por ejemplo con los
miles de médicos que se encuentran prácticamente en cada país del hemisferio,
que fueron entrenados en Cuba. Se me ocurre que 25 años atrás él entendió que
no podía exportar la revolución y en lugar de la revolución comenzó a exportar
médicos por toda Latinoamérica como un gesto de buena voluntad de Cuba. Justo
en estas semanas una brigada de médicos norteamericanos entrenados en Cuba
fungió como voluntarios en el Standing Rock para dar atención médica a los
manifestantes en el lugar. El colegio médico que capacita doctores a lo largo
de Latinoamérica y la instauración de los servicios médicos gratuitos en Cuba
es una de sus herencias que más perdurará.
¿Y qué pasará ahora entre Cuba y Estados Unidos ante el triunfo
de Donald Trump?
Pienso que Donald Trump
es suficientemente pragmático para reconocer que un incremento en el comercio
con la Isla hará más por construir puentes que el aislamiento y el embargo.
Seguramente su período presidencial será impredecible, así como fue su campaña
política, pero en el fondo es un hombre de negocios. Estoy seguro que Trump
intentará beneficiarse de cualquier apertura de negocios en Cuba.
¿Cuál es su apreciación entre los acuerdos de paz que están por
surgir entre las FARC y el gobierno? ¿Ve positivo que los crímenes de guerra no
queden en la impunidad?
Pienso que la gente en
Colombia habló cuando rechazó el primer acuerdo de paz que proveía muy poca
responsabilidad y muchos beneficios a las FARC. Si se le atribuye
responsabilidad a las FARC, por lo menos a través de una Comisión de la Verdad,
entonces los paramilitares de la derecha deberían de ser tratados bajo el mismo
estándar. Terminar una guerra de más de medio siglo en Colombia es una buena
idea y los acuerdos que se negociaron en Cuba dejan la puerta abierta para las
reparaciones más grandes en la historia del mundo. Esperemos que el gobierno de
Colombia encuentre la voluntad y los fondos para implementarlas. Tiene que
existir una deducción de responsabilidades para los crímenes más crueles contra
la humanidad. No pueden existir limitaciones en estos casos ni en Colombia ni
en El Salvador. No puede haber una amnistía para estos actos.
En El Salvador se declaró ilegal la Ley de Amnistía de 1993 y el
país tiene una nueva guerra entre las pandillas y el gobierno. ¿En un contexto
como este puede haber justicia para las víctimas del conflicto armado?
Si, aún puede haber
deducción de responsabilidades para los perpetradores. Cuando la justicia no es
posible, la verdad es una importante alternativa para las víctimas y sus
familias. Los responsables puede que sean demasiado viejos o que ya hayan
muerto, pero lo que han hecho sigue ahí y es una parte importante de los
récords históricos.
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