Se le considera un maestro de la fotografía. En dos
ocasiones ganó el World Press Photo y obtuvo —junto a otros cuatro reporteros
gráficos— el premio Pulitzer. Los cinco forman parte de la agencia Associated
Press (AP).
Rodrigo Abd (Argentina) vino a El Salvador gracias al Foro
Centroamericano de Periodismo que realizó el periódico digital El Faro en mayo
2013.
El fotoperiodista visitó el periódico salvadoreño, El Diario de Hoy y conversó sobre
su trabajo y experiencias.
¿A dónde se remontan tus inicios periodísticos?
Comencé a trabajar en un diario muy pequeño que se llama La
Razón, muy antiguo en Argentina. Tiempo después lo compró Clarín y yo me fui a
trabajar a La Nación. En ambos periódicos cubría de todo. Trabajar en un diario
es una gran escuela, una gran gimnasia, porque uno tiene que resolver en el
mismo día un reportaje con el flash y unas luces, un partido de fútbol debajo
de la lluvia, una cumbre presidencial, un reportaje a un guitarrista. En el
mismo día uno hace de todo y aprendiendo de todo y todo eso te ayuda cuando
estás en Siria o en Libia.
¿Y cómo diste ese salto del periódico local a una agencia
internacional?
Me tocó cubrir toda la crisis argentina que fue bastante
pesada. Tenía una amiga que trabajaba en el diario y empezó a trabajar en AP en
Buenos Aires. Yo no sabía bien qué significaba AP, no sabía cómo funcionaba.
Entonces, le dije a esta amiga cómo podía hacer para trabajar en una agencia.
Tenía ganas de salir del país, de experimentar y ella me dijo que le mandara un
portafolio a Buenos Aires. Y así fue que había una posibilidad en Bolivia o en
Paraguay. Pero un día me llamó la jefa mundial de AP desde Estados Unidos y me
preguntó si quería trabajar en AP Centroamérica, pero yo le pregunté si no era
AP Bolivia, Paraguay y ella volvió a preguntarme, pero yo le pregunté en qué
parte de Centroamérica... Mi jefa vio que yo tenía intención no solo de cubrir
el día a día, sino desarrollar temas.
¿Siendo fotoperiodista la agencia te exige hacer videos?
Por ahora, no. Si estoy en un lugar y estoy solo porque AP
Televisión no pudo llegar o porque quiero pasar más tiempo haciendo una
historia, pues me piden algunos videitos para darle forma a la nota. Pero para
la nota del día a día no me piden. ¿Sabés?, creo que es muy complicado como
fotoperiodista hacer las dos cosas de la mejor manera. A veces estamos
esperando una noticia y lo que realmente importa pasa en 20 o 30 segundos. Y
esa es la foto. Tampoco digo que pase en todos los casos, pero: o tenés la foto
o tenés el video. Es importante una buena capacitación. Si [los dueños de
medios] quieren buen trabajo, tienen que invertir.
¿Volverías a trabajar en la dinámica tradicional de un
periódico?
Me costaría mucho volver. Me acostumbré a trabajar pensando
en mi historia con impacto regional y global, no local. Me acostumbré a
trabajar historias que puedan impactar. Una vez que te metiste en esa lógica y
volver a noticias tan locales... Es muy difícil.
¿Quién es Rodrigo Abd de aquellos primeros días como
fotoperiodista y este que tiene dos World Press Photo y un premio Pulitzer?
¿Has cambiado?
Realmente, al tema de los premios yo no le doy importancia.
Te pueden dar confianza o hacerte ver que lo que estabas haciendo no estaba tan
mal y que valía la pena el esfuerzo y dejar muchas cosas de lado, no pensando
en los premios, sino pensando en hacer el mejor trabajo posible. ¿Que si
cambié? No cambié por los premios... Dejé de vivir en mi país, eso es tremendo.
Es tremendo arrancar de cero en otro lugar, aprender lo que uno creía que era
único, aprender de nuestro continente latinoamericano, aprender a viajar y
adaptarte rápidamente a una realidad que no conocés. Aprendí a vivir en un país
musulmán, en Afganistán. Son otros mundos donde la gente reza cinco veces al
día. Te preguntan por qué no sos mulsumán cuando andás barba. Son lugares en
los que tomarle foto a las mujeres es un acto grave. Tenés que adaptarte a esas
realidades como a la de El Salvador en la que una persona anda con cinco guardaespaldas
mirando para todos lados. Nunca había visto eso. Y hay que aprender a jugar con
eso, a no juzgarlo de una manera negativa porque son momentos históricos, del
proceso de un país. (...) Nunca hubiese conseguido un premio Pulitzer yo solo
en Siria. Nunca, estoy seguro. Trabajar en equipo, de la mano es lo mejor. Ganamos
porque fue un trabajo en equipo. Fuimos cinco fotógrafos que durante 12 meses
transmitimos a diario imágenes de un conflicto tan serio como el de Siria. En
el periodismo no se puede ganar siendo egoísta.
Tuviste la oportunidad de ver el trabajo de los
fotoperiodistas salvadoreños. ¿Qué opinión tenés al respecto?
Aquí en El Salvador hay un gran potencial. He conocido
fotógrafos que están a la altura de cualquier agencia mundial y no solo eso,
ellos están capacitados para hacer de todo. Por eso dije en el taller que yo no
tengo nada que enseñarles a los salvadoreños, en todo caso les dije que lo que
podíamos hacer es intercambiar experiencias, porque aquí hay niveles muy
buenos. Aunque he estado en otros países, creo que aquí en El Salvador hay más
iniciativas para el debate (...) Hacer buen periodismo requiere muchísimo
trabajo y esfuerzo. Invertir muchas horas de trabajo para muchas veces,
frustrarse.
¿Alguna vez te has ido para una cobertura y te has dicho,
"esta podría ser mi última fotografía"?
Sí, me lo dije en Siria. En la noche el ejército estaba
tomando la ciudad y estaban bombardeando el pueblo en el que estábamos y los
combatientes estaban llorando y tirando sus fusiles. Sabíamos que nosotros
teníamos una sola oportunidad para salir y fueron momentos sumamente dramáticos
porque caminamos de noche bajo los bombazos, yo no hablaba árabe, tenía que
hacerlo en inglés. No podía entender qué estaba pasando.
¿Cómo te protegés emocionalmente, cómo evitás esas lesiones?
Intento... No quiero considerarme un fotógrafo de guerra,
por eso creo que es importante volver a tu país o al lugar donde están tus
afectos y hacer otro tipo de historias que te puedan nutrir. El balance de
cubrir cosas muy dramáticas y devastadoras y al mismo tiempo cubrir cosas humanas.
Ese balance me ha permitido seguir adelante.
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