lunes, 27 de marzo de 2017

Heinz Dieterich: “El problema es que América Latina es un gigante sin cabeza”




Fue amigo y asesor de Hugo Chávez. También su crítico en público y en privado. Ahora no esconde sus señalamientos a la nociva forma en que ha gobernado Venezuela, Nicolás Maduro. Además es responsable de que en el mundo haya tenido resonancia el nunca bien nombrado "socialismo del siglo XXI". De hecho, afirma sobre este modelo que su "realización empírica no se ha logrado todavía" y que Chávez solo tuvo "ideas humanistas y nebulosas" al respecto. Y lo que hubo en Venezuela fue "un desarrollo democrático o socialdemocrático". Nada de socialismo.

A pesar de que se muestra crítico con la izquierda, el alemán Dieterich no ve con malos ojos la posible ley de amnistía que pueda surgir entre las FARC y el gobierno de Colombia. Tampoco le hace mala cara al canal interoceánico que quiere echar andar Daniel Ortega en Nicaragua. Y del FMLN dice que se ha mantenido en “los límites de la dominación oligárquica-imperial”. Es decir: nada de cambios.

El intelectual tiene claro algo: El Triángulo Norte es una República bananera. Y por eso Estados Unidos está contento con los gobiernos de Guatemala, Honduras y El Salvador. También pide que no nos engañemos: Llegue quien llegue a la Casa Blanca no borrará la intención de que Latinoamérica siga siendo el patio trasero del país del norte. Y añade que ningún gobernante estadounidense podrá librarse “del poder gravitacional del complejo militar-industrial y del complejo anglo-sionista financiero”.

Radicado en México, este investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) echa un vistazo a lo que ocurre en Latinoamérica con énfasis en Venezuela, “epicentro” de varios gobiernos de izquierda en la región.

Le escuché decir por televisión a un excomandante guerrillero de El Salvador que el socialismo del siglo XXI no existe, que nunca ha existido. A usted se le endosa —a través de Chávez— el surgimiento de esta visión sociopolítica. ¿Qué dice al respecto? ¿Existió? ¿Existe?

El socialismo del siglo XXI es el paradigma científico de una sociedad poscapitalista elaborado durante treinta años por destacados científicos de vanguardia en ciencias sociales, ciencias naturales y tecnológicas de Alemania y Gran Bretaña. Es el único paradigma existente científicamente irrefutable para sustituir a la sociedad  capitalista actual a través de la economía de equivalencia, basada en el valor del trabajo y en la democracia participativa.

Es decir: el socialismo del siglo XXI existe como teoría científica tal como existe la Teoría General de la Relatividad de Einstein. Su realización empírica no se ha logrado todavía; al igual que ciertas hipótesis de Einstein que apenas se comprobaron empíricamente un siglo después de su formulación. En cuanto al excomandante guerrillero hay tres posibilidades que explican su posición. Uno: es un ignorante en el sentido de la palabra (no está informado). Dos: se ha entregado al capitalismo y a los gringos y tres: una combinación de los dos (…) [Por mi parte] abrí el concepto y el debate después del colapso del socialismo del siglo XX en Alemania, Venezuela, etc. Introduje la fundamental calificación evolutiva del socialismo del siglo XX y del socialismo del siglo XXI sin la cual no se puede entender la situación en Cuba y los países desarrollistas latinoamericanos como Bolivia, Ecuador, etc. O las formas de transición en China y Vietnam. De este trabajo ha nacido el World Advanced Research Project y Group  (WARP). Es el único think tank [tanque de pensamiento] de izquierda transcapitalista global con científicos multidisciplinarios de vanguardia en Rusia, Alemania, Gran Bretaña, China, Vietnam, India, etc. Este grupo ha desarrollado la única plataforma de transición científica existente hacia la sociedad poscapitalista.

Si el Socialismo del Siglo XXI no se ha implementado, ¿por qué durante las elecciones presidenciales en Latinoamérica se ataca a esto que no ha cobrado vida aún?

Porque las campañas electorales de los Estados y partidos burgueses en Sudamérica como en Norteamérica son esencialmente ejercicios de mentiras y verdades a medias. Una de esas mentiras es que el socialismo del siglo XXI ha fracasado. Es una idiotez decirlo, porque un sistema social que no ha existido no puede haber fracasado. Pero con el bajo nivel informativo y educativo de nuestra gente esas mentiras dan puntos.

¿Cómo se implementaría en países como Latinoamérica en los que nuestros gobernantes no piensan o no arriesgan?

La gente responsable y ética debe explicar a la juventud, a los trabajadores, a los campesinos, etc. que existe esta alternativa. Este conocimiento junto con la creciente miseria en que la Patria Grande —Latinoamérica— se hunde, pues generaría la dinámica de transformación. El problema es que América Latina es un gigante sin cabeza. Las ilusiones del socialpopulismo, la influencia reaccionaria del clero, la mediocridad, el oportunismo utilitarista y la castración política de nuestras universidades, intelectuales, sindicatos y partidos políticos —así como el control de las cabezas por los medios de la oligarquía— han generado una destrucción generalizada de cualquier “software” sensato de emancipación que haya existido. La burguesía ha logrado una confusión general en las cabezas de sus víctimas.

Tres en uno: ¿Cómo llegó a Chávez, cómo terminó convirtiéndose en su asesor y qué hizo romper la relación entre ambos?

Conocí a Chávez después de su triunfo electoral a través de un amigo ministro de Energía que antes había sido uno de los jefes de la guerrilla urbana en Caracas. Chávez salía de los cuarteles y aunque era muy inteligente y dialéctico, no tenía una estrategia de transformación del desastre nacional. Él solo tenía ideas humanistas y nebulosas. Dado que nunca le pedí dinero ni gratificaciones, pues le podía dar  —como amigo— mis opiniones con toda franqueza. Él apreciaba esto, porque lo que menos se le da a un presidente es la verdad. Todo su entorno buscaba prebendas ya que son oportunistas. Por eso apreciaba mi amistad y consejos. La relación se enfrió cuando yo decía públicamente que su gobernanza era buena, pero que era un desarrollo democrático o socialdemocrático y no el socialismo del siglo XXI. Obvio: no le convenía que contradijeran la razón de Estado, pero siguió siendo respetuoso. La derecha anticomunista de su corte también intrigó en este sentido y Cuba tampoco le dio ánimos para construir la nueva sociedad socialista paralelamente al desarrollo. Agrega a esto la amenaza del imperialismo y tienes un formidable vector de poder contra la implementación del socialismo del siglo XXI.


Recuerdo un perfil del periodista Jon Lee Anderson en el que hablaba de la soledad de Chávez, es decir: no entendían sus ideas sociopolíticas. ¿Qué opina?

La soledad de Hugo Chávez era la soledad del poder, es decir: la necesidad de sobrevivir en un mar de intrigantes, oportunistas y enemigos. Es la soledad de los dramas griegos o de Shakespeare. O sea: una propiedad inseparable de un alto poder concentrado. En lo personal era una peculiar mezcla de desconfianza “natural” y confianza ciega en los que él consideraba sus amigos.

¿Qué ha pasado en Venezuela recientemente? ¿Es el fortalecimiento de la derecha o asistimos a la decadencia de un heredero que no pudo sostener lo que Chávez había construido?

Las dos cosas. La ineptitud extrema del gobierno de Maduro-Cabello generó el deseo de un cambio en grandes partes de la población. Este deseo se reflejó en los resultados de las elecciones del 6-D. La derrota del gobierno está “made in Venezuela” por un gobierno que tiene cero idea de economía moderna.

A pesar de que la izquierda ha ganado en varios países de Latinoamérica, el sabor de boca que ha dejado es que los mismos de siempre —los saqueadores de sus países— volvieron con otra cara y otra piel.

“La izquierda” heredó los aparatos del Estado de los gobiernos oligárquicos, es decir: con todos sus vicios de corrupción, ineficiencia, etc. En algunos países los nuevos gobernantes tomaron medidas contra esos flagelos como en Bolivia y Ecuador y por eso están relativamente estables hoy en día. En Venezuela se prolongó de hecho al corrupto régimen de la cuarta República —La quinta fue la de Chávez. La sexta es la que nacerá— y se le potenció con los altos precios del petróleo. El resultado está a la vista.

A pesar de que se habla de un estado crítico del capitalismo, la derecha retoma los espacios de poder como ha sucedido en Argentina, Venezuela. En Guatemala eligen a un comediante ultraconservador. Evo Morales ha hecho represiones indígenas… ¿Qué está saliendo mal? ¿Son los partidos y sus políticas? ¿Es la sociedad y su pasividad? ¿Es la ausencia de nuevos proyectos políticos?

Democracia significa —en el “newspeak” estadunidense— libertad de negocios para el gran capital. En un sentido auténtico, obviamente. Significa poder decidir entre alternativas de gobernanza. Lo segundo no es el caso en América Latina. Las estructuras del poder de facto  —Iglesia, gran capital, medios, embajada gringa— son mucho más poderosas que los nuevos gobiernos  e imponen su lógica a mediano plazo.

Tras perder el gobierno de Maduro en el Congreso, ¿esto significa que el mandatario tiene los días contados en su gestión? Es decir, constitucionalmente se puede hacer un llamado a la ciudadanía para que decida si Maduro continúa o no al frente de Venezuela. ¿Usted qué vaticina?

Constitucionalmente se puede solicitar un referéndum revocatorio. Es difícil y tardado, pero probablemente tendría éxito. Depende de la recomposición interna del gobierno y si logra realizar medidas de salvación nacional. Es obvio que los militares ya se volvieron el factor dominante gubernamental y han dejado a Maduro como fachada. Pero que tengan el “know how” para salvar la economía, lo dudo. Ya es muy tarde (…) Maduro es el vocero del grupo dominante dentro del PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela) y gobierno —que son los 22 militares que son ministros y gobernadores—. Maduro no gobierna. No determina las decisiones. Sólo las da a conocer.

La izquierda adora a Mujica, pero nadie sigue su ejemplo. Pareciera que en el resto de gobernantes se impone la frase de Facundo Cabral: “Mi tío era comunista hasta que el capitalismo le dio una oportunidad”

Mujica tiene la ventaja de hablar francamente, y por supuesto: un respetable pasado como revolucionario. Pero durante su presidencia nunca pasó las líneas rojas de los gringos. Tampoco nunca hizo nada en términos de un socialismo del siglo XXI. O sea que fue un presidente socialdemócrata honesto dentro de la coyuntura de poder hemisférica. Ni más ni menos.

¿Qué papel juegan los llamados grupos minoritarios —comunidad indígena, gay, ninis— en la realidad de sus países?

Varía de país en país. Los indígenas son un poder real en Bolivia, Perú, Ecuador, México y Guatemala. Los ninis no son más que una fuerza potencial. Los gays son importantes para el avance de los derechos civiles, pero no tienen todavía mucha fuerza.

Desde su perspectiva, ¿qué pasará con la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América en el resto de países de Latinoamérica?

Con el colapso de Venezuela colapsan las estructuras hemisféricas creadas. Este epicentro de poder desaparecerá. En Venezuela, por ejemplo, hasta los economistas de centro piden que en la saneación de la economía nacional se supriman los términos beneficiosos del petróleo para Cuba y Nicaragua. Esto te da una idea de lo que va a pasar.

Las FARC entran en una fase en la que podrían hacer las paces con el gobierno y entra a ser partido político. Más allá de lo complejo de este tema, ¿qué piensa sobre las Leyes de Amnistía que se crean entre insurgencia y Estado después de los conflictos?

Hay que entender que leyes de amnistía son instrumentos políticos para la transición de una situación política a otra. No son instrumentos de justicia. Reflejan un impasse de poder entre dos adversarios en un status quo que se ha vuelto inviable. Esto no es satisfactorio, pero es la realidad. Si posteriormente se puede introducir aspectos de justicia como en el caso de Argentina posdictadura, pues entonces dependerá del desarrollo de la correlación de fuerzas de esos adversarios.

¿Qué panorama tiene sobre la forma de gobernar en Centroamérica?
No entiendo las razones  por la cuales la izquierda  guarda silencio ante otros gobiernos homólogos y deja de lado sus valores críticos y humanistas. Por ejemplo: es claro que la construcción del canal interoceánico que ha anunciado Ortega tiene intereses personales y ha creado conflictos en las comunidades sin dejar de lado los futuros daños ambientales.  Es decir: no hay voces al estilo José Saramago. ¿Concuerda conmigo?

No concuerdo contigo. Mi amiga Mónica Baltodano está en contra del canal y mi amigo Manuel Coronel está a favor. Ambos jugaron papeles importantes en la guerra de liberación del FSLN. A mi parecer el canal es la única posibilidad para Nicaragua de dar un salto cualitativo en la calidad de vida y el futuro del país. Obviamente Washington lo sabotea activa y subversivamente, porque quiere destruir el único gobierno progresista de Centroamérica. Todos los demás gobiernos son gobiernos títeres de la Casa Blanca carcomidos por el crimen organizado, la miseria popular y las tiranías oligárquicas. Es como en el ajedrez. Hay que ver el campo de batalla  completo antes de mover una ficha.

Si el gobierno de Nicaragua le parece progresista, ¿cómo califica al de El Salvador que ya gobernó cinco años y ha sido reelegido para otros cinco?

No dije que el gobierno nicaragüense es progresista [sí lo dijo]. Dije que el canal es la única posibilidad de un salto cualitativo para el país. Y la reelección del FMLN sólo expresa que se ha mantenido dentro de los límites de la dominación oligárquica-imperial. La criminal de guerra Jeanne Kirkpatrick —embajadora estadounidense ante la ONU— dijo que se tenía que regresar Nicaragua y El Salvador a su “estado natural” de “República bananera”. En El Salvador, Honduras y Guatemala se ha logrado.

¿Qué le pasó a Bernie Sanders, porqué sí Donald Trump? ¿Se necesitaba más Obamas en el mundo?

Sanders pidió más dinero para los militares que ya gastan más que las siete naciones siguientes —es decir: China, Rusia, etc.— y solicitó más cooperación con la OTAN. La OTAN es sin duda la organización criminal más peligrosa que ha conocido la humanidad. Nadie en el imperio puede escapar del poder gravitacional del complejo militar-industrial y del complejo anglo-sionista financiero. Es decir: su política frente a América Latina será siempre la de mantener a las banana republics en su patio trasero.

En cuanto a Obama, el DAESH —terroristas— es un proyecto de dominación regional de medio oriente y Asia central de Washington con vertientes desestabilizadoras contra Rusia y China y ejecutado por los eternos vasallos de Washington: Arabia Saudita, Turquía y las demás dictaduras feudal-mercantiles del Golfo. Esta fue la paloma de la paz de Obama que nos ha llevado al borde de una guerra nuclear en Siria.

¿Cómo evalúa la actual situación de Cuba? Esta pregunta se la hago desde el actual restablecimiento de las relaciones de la Isla con Estados Unidos y la visita del papa. Por otro lado, se la hago desde la historia (tiempo) en el que Fidel Castro ha salido mejor que sus discípulos en latinoamericanos.

Fidel comparte con Vietnam el gran honor revolucionario de haber derrotado al imperialismo de Occidente. Washington y sus títeres como Aznar, Uribe nunca lograron destruir a Cuba. Pero lograron impedir que Fidel desarrollara el socialismo del siglo XX hacia el socialismo del siglo XXI, que es la única forma en que el socialismo puede existir en este siglo. El resultado es que el país se ha quedado sin una narrativa de esperanza y está perdiendo la juventud y parte de la inteligencia que es fundamental para el futuro. La actual transición al estilo de Deng Hsiao Ping empieza muy tarde. Cuba se verá en peligro por el colapso de Venezuela y posiblemente terminará en el capitalismo del siglo XXI tras la muerte de Raúl Castro. Cuba ha escrito una gloriosa página en la historia de la rebelión de los pueblos contra la sociedad de clase. Pero la correlación de fuerzas internacionales y algunos errores estratégicos internos no permitieron llegar más lejos.

*Fotografía del periódico La Razón

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